Redacción. Madrid
La Sociedad Española de Cardiología (SEC) destaca que, según diversos estudios recientes, los niños concebidos por técnicas de reproducción asistida tienen un 50 por ciento más de probabilidades de padecer anomalías congénitas respecto a los concebidos de forma natural. Así, la incidencia de malformaciones cardiacas congénitas establecida por distintos estudios epidemiológicos es de entre cinco y ocho casos por cada 1.000 recién nacidos con vida, mientras que en los niños nacidos por técnicas de reproducción asistida es más alta, de entre 10 y 15 casos por cada 1.000 recién nacidos vivos.
Dimpna Calila Albert,
miembro de la SEC.
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Uno de los trabajos más recientes que demuestra este riesgo es el estudio poblacional francés basado en el Registro de Malformaciones Congénitas de París y publicado en European Heart Journal, que ha observado que los niños nacidos gracias a una Fecundación in vitro (FIC) con o sin inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI) tienen un riesgo 1,5 veces mayor de tener defectos congénitos del corazón respecto a otros niños de un grupo control concebidos naturalmente y que también tenían malformaciones.
La Dra. Dimpna Calila Albert, miembro de la SEC, médico adjunto del Servicio de Cardiología Pediátrica del Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron de Barcelona y especialista del Instituto Universitario USP Dexeus, ha explicado que “estas malformaciones cardiacas pueden ser de muchos tipos y de una gran variabilidad, es decir, de muy poca a mucha gravedad”. “Pueden afectar a los tractos de salida de los vasos que salen del corazón, la arteria aorta y pulmonar, así como a la comunicación intraventricular. Además, hay niños a los que les falta una válvula cardiaca, otros que nacen con un solo lado del corazón o con Tetralogía de Fallot, que son cardiopatías que incluyen estrechez de la arteria pulmonar con un orificio dentro del corazón”, ha indicado.
Las causas de esta mayor incidencia de anomalías cardiacas en niños nacidos gracias a una FIV con o sin ICSI no se conocen con exactitud. Algunas podrían ser la edad avanzada, tanto de la madre como del padre; la esterilidad de los progenitores que ha conducido a la reproducción asistida; problemas relacionados con las técnicas en sí, ya que su inseminación fuera del útero materno podría tener influencias nocivas del ambiente externo sobre el embrión; los tratamientos hormonales de estimulación ovárica que se le administran a la madre para inducirle la producción de los ovocitos o a la existencia de antecedentes familiares.
Las anomalías congénitas del corazón se pueden detectar de forma precoz, entre la semana 14 y 16 de gestación, gracias a las ecocardiografías fetales. Las mujeres que se quedan embarazadas tras someterse a una técnica de reproducción asistida son objeto de un seguimiento más continuado y estrecho, a fin de detectar estas malformaciones ya en el embarazo. “Si estas malformaciones son muy severas e incompatibles con la vida, se puede realizar una reducción del embrión o interrupción precoz del embarazo. Pero la mayoría de los casos se pueden corregir con cirugía después de nacer y, a veces, incluso antes del nacimiento, en el útero de la madre, de forma exitosa”, ha dicho la Dra. Albert.
Evolución de la cirugía cardiaca neonatal
La primera técnica de cirugía cardiaca para corregir una cardiopatía congénita se llevó a cabo en 1938 en Boston. La cirugía cardiaca de estas cardiopatías congénitas a corazón abierto comenzó a practicarse alrededor de 1950. En 1953, los doctores Gibbon, marido y mujer, desarrollaron el oxigenador de membrana, que es el pulmón que permite parar el corazón y hacer la circulación extracorpórea. Y, recientemente, en la década de los 80-90, esta cirugía ha experimentado avances espectaculares que han mejorado notablemente sus resultados, sobre todo con la cirugía neonatal.
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“Esto significa que es una cirugía relativamente reciente, por lo que aún desconocemos cuál es la esperanza de vida global de los pacientes intervenidos”, ha dicho la Dra. Albert, quien ha añadido: “Actualmente, el 85 por ciento de los pacientes con una cardiopatía congénita llega a la vida adulta y, gracias a la cirugía cardiaca, hemos conseguido reducir la mortalidad de estos pacientes a solo un dos por ciento, en los casos más complejos. En cambio, en los años 80-90 la situación era la contraria: la mortalidad por cirugía cardiaca era alta y sobrevivían menos del diez por ciento de los pacientes que se operaban”.
Estudios prospectivos y registros, asignaturas pendientes
La Dra. Dimpna Calila Albert ha indicado que “la asociación entre riesgo aumentado de cardiopatías congénitas en niños fruto de una FIV u otras técnicas de reproducción asistida todavía no está suficientemente estudiada”. “Hasta ahora, los estudios que se han realizado son epidemiológicos y retrospectivos, a partir de la revisión de las historias clínicas de estos casos, pero faltan estudios para determinar las causas exactas de este mayor riesgo y estudios prospectivos, es decir, de seguimiento de los hijos fruto de una técnica de reproducción asistida desde un momento puntual en adelante. Además, las investigaciones realizadas no siempre diferencian las anomalías halladas en función de la técnica reproductiva realizada y hay que tener en cuenta que estas técnicas van variando a lo largo del tiempo, por lo que también habría que realizar registros poblacionales de malformaciones cardiacas, donde también se incluya el tipo de técnica efectuada”, ha añadido.
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